Para abrir el Blog de Perro Manso comenzaré hablando de uno de los temas más frecuentes entre los dueños de perros, los tirones de correa y cómo podemos evitarlos.
Lo primero que debemos tener claro que para nuestro perro llevar la correa es exactamente lo mismo que si nos la obligaran a llevar puesta a nosotros, antinatural. Con esto no quiero decir que no se deba usar, ni que sea malo ni hostil hacerlo. Al contrario, en el entorno social en el que vivimos, sería imposible, peligroso y diría que hasta
irresponsable pretender ir por la calle sin una correa puesta en nuestro perro y nosotros en la otra punta de la misma.
Ahora bien, ¿por qué siempre el dilema del tirón?. Mal que nos pese a todos, y lo digo porque antes de dedicarme a esto y siendo un simple “usuario” de perros yo he hecho exactamente lo mismo que todos, generalmente nos parece que la correa en una prolongación de nuestro brazo, como el brazo del inspector Gadget, que coge directamente el collar o casi el propio cuello del perro, y ante cualquier escenario adverso que se nos presenta con el perro, con ese brazo intentamos manejar o redirigir la situación alejando y evitando lo que para nosotros se nos presenta como incómodo o hasta peligroso. Remarco lo de “para nosotros” porque hay situaciones en las que la incomodidad o el posible peligro sólo lo intuimos nosotros, o nos parece a nosotros que exista tal posible
peligrosidad pero quizás para ellos sólo puede que sea simple curiosidad sin más, como al acercarse otro perro de un tamaño mayor que el de nuestro chucho por ejemplo. Y ya de paso, como así nos sentimos nosotros seguros porque la tensión de la correa nos da el control permanente de nuestro amiguito y sabemos en cada instante a qué distancia a la que está y el lugar por dónde lo tenemos, nos gusta tener la correa tensa. Esto hace que dicha
tensión cada vez se intensifique más, y que para el perro pase a ser parte NORMAL del paseo, y que cuando él quiera algo, tire aún más y así el ciclo nunca termina… O sí. Termina cuando el dueño se va al suelo, o decide ya no sacarlo más de paseo porque “NO PUEDO CON ÉL !!!”….
Demás está deciros que…..así ¡NO! . Alimentar la tensión de la correa es un error fácil en el que caer porque muchas veces nuestro inconsciente sobreprotector actúa antes que nuestro raciocinio, encogiendo el brazo tipo muelle retráctil creyendo que así alejamos al perro del peligro. Por esto es vital que el paseo con el perro sea consiente. Esto quiere decir que nuestra atención se centre en el perro y no en otra cosa. Que no nos distraigamos, que estemos pendientes de él, que disfrutemos de su compañía y hagamos que él también disfrute con la nuestra.
Hagámosle sentir que estamos ahí, llamémosle la atención, nombrémoslo y cuando nos mira demostrémosle afecto, agradecimiento por mirarnos ( digámosle un “hay que bieeen” muy friky acompañado de una caricia pero sin fomentarle que salte, y/o démosle una chuche rica de las que más le gusten). En esta forma, si mientras camina a nuestro lado atraemos su atención, lo premiamos, y lo hacemos sentir bien mientras que esté cerca nuestro, y si por el contrario cuando intenta alejarse un poco poniendo tensa la correa , le pegamos un tironcito seco y fuerte, soltando de inmediato, o frenamos en seco y no dejamos que la correa se adelante ni una milésima y nos mantenemos inmóviles hasta que el propio perro se dé cuenta y se acerque , se siente o reaccione de alguna manera que la correa se destense, y recién ahí lo premiamos y volvemos a emprender camino, aprenderá que le es más beneficioso estar cerca nuestro que alejarse tirando de la correa.
Esto es necesario repetirlo siempre, siempre, sin saltarse ninguno de los tirones, y de a poco se verá reaccionar a esta decisión vuestra de incomodarse con sus tirones, y dejará de hacerlo, porque se habituará a que eso no lo conduce a nada de su agrado .
Otro ejercicio muy útil para hacer, es llevar muy suelta la correa, estar atentos, y en cuanto se ve que la misma va a empezar a tensarse realizar un cambio brusco de sentido o de dirección que descoloque al perro y que este tenga que realizar el mismo cambio para seguiros. O, parar en seco y comenzar a retroceder caminando hacia atrás llamándolo un par de veces.
Cualquiera de estas técnicas o todas pueden utilizarse, pero NO todas a la vez porque así no serán efectivas. Elegir una ponerla en práctica con repeticiones varias y durante varios días para que el perro pueda lograr habituarse a nuestro requerimiento de no estar cerca y eso hará que nunca tire de la correa. Lo más conveniente es que cualquier aprendizaje lo comencemos dentro de casa, y sin distracciones, para que nuestro amigo esté pendiente de
nosotros y su aprendizaje sea más rápido y más duradero.
Esto es cosa de trabajarlo día a día durante no menos de dos semanas para llegar a que lo
interiorice el perro, y a partir de ahí, siempre estar repitiéndolo como refuerzo de aprendizaje
así no se le olvida.
En el caso que a pesar de todo esto se haga imposible obtener resultados favorables, la ayuda
directa de un profesional es indiscutiblemente necesaria, ya que pueden haber factores
ocultos en el comportamiento del perro que deben ser estudiados.